Párele bolas a esta funeraria...
Aquella noche resultó imposible pasar inadvertido este lugar. Una Funeraria como pocas he visto, por no decir que la única. Aquel local pequeñito, tan lleno de color, luces, anuncios, ornamentos e inundado de ruidos provenientes de la concurrida calle, se convirtió en una singular antítesis de la imagen que hasta ese momento había tenido de una funeraria: un lugar mas bien parco, oscuro y silencioso. Y aunque paradógicamente para muchos entrar allí esa noche tal vez fue motivo de dolor, para mi se convirtió en un momento sencillo de esos que alegran la vida.
Guanajuato, 2012
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